BODAS DE ORO

Vuelvo después de una ausencia un poco larga. Me lo perdonáis, ¿verdad?
Han sido un par de meses liada con varias cosas a la vez. Algunas han llegado a buen puerto. Otras se quedaron por el camino.

La entrada de hoy es realmente especial.

Una de las razones de mi ausencia, ha sido preparar las bodas de oro de mis padres.
Queríamos que fuera un día especial para ellos, y lo conseguimos.

Fue un día muy bonito.
Celebración en la Iglesia donde hace 50 años se casaron, con sus hijas, yerno y nietos alrededor.
Y luego a comer.
 Nos llevaron a comer a La Taberna de las Cuatro Esquinas. Como siempre todo estupendo.
No tienen carta para celíacos, pero informan bien sobre lo que puedes comer y no hay problemas.

Yo quería que tuvieran una tarta de boda. La ocasión lo merecía.
Pero... ¿quién te hace una tarta apta para celíacos? Pues la menda.

Así que vengo a enseñaros cómo quedó la tarta. No exactamente como yo quería, pero es lo que salió.
Eso sí, rica estaba, y mucho. ¡Ni las migas quedaron!

No os pongo la receta, porque hay muchas y todas salen muy buenas. Es un Red Velvet con crema de queso.
Y el adorno son flores de pasta de azúcar hechas por mí.
Aprendí a hacerlas en el curso que hice con Ivana de Cupcakes a diario.

Los novios, los compró mi hijo con el dinero que le ha ido dejando el ratoncito Pérez,¡¡que ultimamente nos ha visitado mucho!!
En el restaurante no pusieron ninguna pega en que subiéramos nosotros el postre, y lo tuvieron escondido hasta el último momento para que mis padres no lo vieran.
Creo que fue una bonita sorpresa, para un día aún más bonito.

Sólo me queda decir una cosa: ¡Felicidades papás!